viernes, 7 de mayo de 2010

¿expiación?



También es casi irritante que una funcionaria mexicana se apegue con tanto ahínco a las leyes sólo porque son las españolas (¡en una ventanilla de Gobernación me gustaría a mí verla!) Pero ese no es el tema, yo que tanto defiendo los pequeños actos legales que nos hacen ciudadanos...

El tema es que nunca me había sentido así. Estado civil, y mi entereza se cae. "El peso del pasado", dice él. Sí, pero ha sido una sorpresa sentirlo de repente. Si algo nos hace notar el tiempo implacable quizá sea el recuerdo de los errores: la vida es tan corta y nos equivocamos tanto. Pero cómo explicarle a esta mujer, que por una oreja me atiende y con la mano tranquiliza al que está en la ventanilla, que de pronto puede ser español aunque en el fondo España ni fu ni fa. Deberías darle menos importancia a la burocracia, dice él. Pues sí.

En estos casos, un novelista coge y como si fuera la cadena del váter, hace desaparecer sus culpas, reales o infundadas, a través de la ficción. O eso dicen ellos. Yo, sin caer en el radicalismo, desconfío de la invención para expiar los pecados (y si algo me demuestra el Atonement de McEwan es precisamente eso: el remordimiento absoluto y definitivo, irremediable).

Así que aquí estoy, barriendo estas notas crípticas al rincón, como la que no sabe limpiar su casa.