martes, 30 de junio de 2009

breve guía recordatoria para mexicanos en Madrid

1. A las 12:00, a las 13:00 y, si no se ha comido, a las 14:00 se siguen dando los buenos días. Las buenas tardes, hasta que se pone el sol, con el límite más o menos en las 21:00. Ningún español dirá a las 19:00, ni siquiera en invierno, cuando oscurece mucho antes, "las siete de la noche".

2. Ninguna tienda de barrio abre de dos a cinco de la tarde. Algunos supermercados sí. Hay que olvidarse de encontrar abierto algo en domingo, salvo si es el primero del mes.

3. Algunos viejos no saludan, no dan las gracias y huelen mal. Han pasado una guerra, una posguerra y el estado del bienestar les llegó ya con el carácter avinagrado.

4. La dependienta que casi te tira a la cara las bolsas de toda la ropa que le acabas de comprar no tiene nada personal contra ti. Tampoco el camarero que te pone el café de mala gana. La amabilidad no es una condición sine qua non en el trato con los clientes; eso sí: casi nunca te estafan y son bastante eficaces.

5. Pase lo que pase, nunca digas "¿me regala un sobrecito de azúcar?" Te estarás exponiendo a un castellano "te lo venderé, ¡que aquí no se regala ná!"

6. Lo que tienen los seres humanos al final de la espalda no son "nalgas", ni "trasero", ni "pompis". Culo, se llama culo, así, con sus cuatro letras redondas. "Que no me entere yo que ese culito pasa hambre" es un poco animal, pero en ningún caso es un insulto.

(Se admiten sugerencias para completar la guía)

miércoles, 24 de junio de 2009

aviso para navegantes

Los anónimos que aludan a cuestiones ajenas a los textos colgados y que me atañan profesional o personalmente pueden dirigirse a mi dirección electrónica, que seguro tienen. Contestaré a sus inquietudes con gusto, siempre que se identifiquen.

Gracias.

sábado, 13 de junio de 2009

memoria sin retórica

Sentada en un recital de poesía con motivo del aniversario de la llegada del Sinaia al puerto de Veracruz, tengo a la hija de Manuel Tagüeña delante, a la nieta de Lluís Companys detrás y al nieto del portavoz del gobierno de Juan Negrín a la derecha. Y no hay presunción ni rimbombancia, tipo "mi abuelo era capitán del ejército republicano y socialista y lo fusilaron en la guerra civil" (relean los nombres). Todos se conocen entre sí. Luego comerán y beberán en los portales del zócalo al ritmo caótico de marimbas, mariachis y tríos jarochos. Quiero decir que todo es sincero y natural como sentarse a la mesa con tu madre. "Memoria histórica" no es una expresión que ellos hayan inventado (entre otras cosas, porque no es histórico algo que está vivo y coleando), y me temo que el gobierno que ideó esa ley sabe muy poco acerca de sus peripecias familiares. Todos los españoles, en general, sabemos muy poco. Y sin embargo ellos lo saben todo de nosotros, desde el 14 de abril de 1931 hasta las últimas elecciones al parlamento europeo. Algunos, con una lucidez y una mesura que casi siempre nos falta. Uno habla de la transición como la "restauración del espíritu de la República", el bisnieto de Companys es antinacionalista, el nieto de Vázquez Ocaña se toma un güisqui riéndose de su tío anarquista.

Pueden cantar el himno de Riego enterito, muchos creían de pequeños que la bandera republicana era la de su colegio y recitan de memoria "España que perdimos, no nos pierdas; guárdanos en tu frente derrumbada, conserva a tu costado el hueco vivo de nuestra ausencia amarga, que un día volveremos, más veloces, sobre la densa y poderosa espalda de este mar, con los brazos ondeantes y el latido del mar en la garganta".

En fin, creo que España los perdió. Y desde luego, ellos no volvieron.