sábado, 25 de febrero de 2023

Andrés

Me da vergüenza no saber su apellido y no tener ninguna foto. Porque su nombre está unido a mis veranos desde antes de yo nacer. Creo que fue la primera persona a la que vi un tatuaje. Entonces los tatuajes eran todavía cosa de marineros o de presos. Y él era marinero, claro. Bueno, no se le decía así, sino "estar en la mar", en los barcos de pesca. Cuando se cansó de estar en la mar, aprovechó la oportunidad de que su padre, Sebastián, ya estaba casi ciego y no podía encargarse de la portería del tercer bloque, para ocupar el puesto. En él estuvo hasta finales de la primavera pasada, justo después de pintar, como cada año, la terraza del apartamento que es escenario de mi familia desde 1969. "Ahí ya estaba malo", me dice mi madre, con ese gusto inconsciente, tan suyo, por ese tipo de detalles.

Verano a verano, en él se materializaba ese lugar intacto que es Punta Umbría, porque por su cuerpo no pasaba el tiempo. Limpiaba, arreglaba, subía, bajaba. Nunca un no al pedirle un favor que saliera de sus funciones, siempre esa gracia –seria, irónica, natural– que se aprecia en los mejores especímenes de esa tierra.

Él conocía a la perfección nuestras vidas, nuestros amores y nuestras muertes, pero no al contrario. No quiso dar sus señas, así que no pudimos despedirnos. Hoy murió y quiero dejar constancia de cuánto lo queríamos.

lunes, 9 de agosto de 2021

no existe

© Gerardo Hellion, Guadalajara, 2017
 

Los periodistas suelen preferir el reportaje a otros géneros. Claro, haciéndolo (haciéndolo bien, me refiero, cosa cada vez más rara de ver) puede demostrarse la maestría del oficio en todos los frentes (relevancia, originalidad, complejidad, manejo de fuentes, estructura, estilo y todo eso). Tengo otra hipótesis: la ilusión de que yo –oh, sí, yo, no aquel ni el otro vecino– proporciono una explicación del mundo. Descubrir (o recibir, la mayor parte de las veces) un cabo, irlo amarrando a otros y ofrecer un relato redondo, como un pequeño dios. Contra ello ha arremetido siempre Arcadi Espada, pero es tan difícil ir contra una pulsión innata. El periodismo es (debería ser) la domesticación de ese humano primitivo: contra el relato cronológico (salvo excepciones), contra la ficción (no solo contra la mentira, sino contra la fábula y el mito, que dan sentido).

En fin. Todo esto para decir que yo prefiero la entrevista. Estudiar a otra persona a través de lo que ha dicho, lo que ha escrito, lo que ha pintado, conversar con ella, extraer de ese átomo un ancla con la realidad, un pequeño universo que aún no termina y que puede representar a muchos otros. Atar cabos, sí, pero al infinito. No existe el relato redondo, volvamos a constatar.


domingo, 21 de febrero de 2021

guardaba todo


 

Guardaba todo. Recuerdos de la Expo 92, recortes de periódico, papelería de Roma, de Grecia, de París, de Amsterdam, de Lieja, billetes de avión, de tren, de bus, a Huelva, a Sevilla, a Barcelona, servilletas, programas de teatro, entradas de cine, folletos de exposiciones, revistas, apuntes de clase, agendas, cuadernos con todo tipo de notas, mis primeros artículos...

 ¿Por qué guardabas todo esto?, pregunta mi hija. No le sé contestar bien (un papelón después de insistirle todos los días de su vida en que tire lo que no usa). Era una manera de conservar los "recuerdos", de decir: aquí ocurrió un gran día, que no se pierda en el tiempo.

Los viajes fuera de España no eran tan fáciles entonces (¡existían las liras, los dracmas, muchas más fronteras!). Había que ahorrar, vender camisetas, participaciones de lotería, recaudar fondos con obras de teatro. Ir al teatro o a un museo era una gran cosa, algo que ni mis padres ni mis abuelos podían hacer a mi edad. Y bueno, en los cines y en las cafeterías pasaban cosas (cosas que, en aquel entonces, solo tenían que ver con sonrisas y palabras).

Ahora está de moda tirar, pero estas chucherías han llegado hasta mí y algo me dicen hoy. Todo lo que guardé tiene que ver con tres cosas: la cultura, los viajes y la amistad (el amor). Pienso que no difiero tanto de aquella niña adolescente joven, que he trabajado duro pero sigo estando en el penúltimo peldaño de la cadena laboral y que, sin embargo, me sigue importando lo mismo: la cultura, los viajes, el amor. Algo quieren decirme estas chucherías y, por supuesto, no las voy a tirar.



domingo, 7 de febrero de 2021

otro cumpleaños


Ricardo cumple 52 encerrado en su cuarto con neumonía. Este fue mi regalo para los 50, en la última fiesta que se celebró en ese salón. Aquel mundo feliz no volverá, pero espero que vengan otros.

lunes, 1 de febrero de 2021

De Gilda a Misae



Hermana Misae, ve tranquila, que yo me encargaré de hacer todas las travesuras que hagan falta a Silvi y a Pepe cuando vengan a casa, ya sabes tú.

Ellos van a recordar siempre tus breves movimientos de sabana, la manera en que te tapabas la nariz para dormir sin frío, la mirada atenta, el baño de equilibrista, la belleza egipcia de tu asiento.

Nos veremos algún día. Esta es solo la primera vida de nueve.



domingo, 31 de enero de 2021

grandes éxitos del mundo exterior

Hace unos días vi en la red un hallazgo: referirse a las sobras como grandes éxitos de la semana. Eso comimos hoy. Trabajé, comí, vino mi madre, me duché lentamente, salí a tirar la basura. Domingo otra vez. Quiero volver a ver el atardecer desde el tempo de Poseidón de Cabo Sounion, el amanecer en el Sáhara, la lanza del Annapurna desde Pokhara, los budas ajados de Shuanglin y Zhenguo adonde no llegó la Revolución Cultural, Suzhou la Venecia de Oriente, los cedros rojos del bosque de Capilano, la Place des Vosges, un parque inglés, el brinco de un leopardo a una acacia amarilla del Serengueti, el mar verde de Calakmul, el azul oscuro de Barcelona. Grandes éxitos del mundo exterior.

Noche en el Serengueti, 2019

 

sábado, 30 de enero de 2021

un artículo de Cayuela

España en el espejo del exilio republicano. Ricardo Cayuela Gally en el El País, a raíz de la ofensa del vicepresidente Iglesias de comparar a los prófugos secesionistas catalanes con los transterrados.